VACACIONES 2011- EL BOLSÓN DESCONOCIDO Y ALGO MÁS

DÍA 7: Viernes 28 de enero de 2011
EL SALTILLO Y EL INICIO DEL REGRESO

                Salimos temprano desde El Paraíso acompañados de Guillermo y su amigo Roberto. Nos despedimos de Elcira porque la idea no era volver sino emprender el regreso directamente.

                El destino principal del día era el desconocido Saltillo, más allá de Cushamen, sitio que alguna vez me había mencionado Federico Kirbus en uno de sus habituales “circulares” con curiosidades. Tenía el waypoint y una vaga idea de la huella que había visto en Earth Google. Y mucha curiosidad.

                Desde El Bolsón reculamos por la RN40 hasta Epuyén y luego por el camino asfaltado que conduce a El Maitén hasta dar con la traza de la vieja ex - RN 40; ahí doblamos hacia el sur y cruzamos el río Chubut con destino a Cushamen por la RP 4

                Esta ruta es muy pintoresca y está en muy buen estado, atravesando el pequeño caserío de Colonia Pastoril antes de arribar a Cushamen bordeando el río homónimo.

 
La RP 4 es un camino típicamente patagónico



 con paisajes típicamente patagónicos


Llegamos a Cushamen

                En Cushamen, mi track al Saltillo no tenía correlato con la geografía, pero al consultar a un pueblerino enseguida nos indicó donde nacía la huella, más allá del puente del río Ñorquinco, a la salida del pueblo.


Allá vamos !!!!

               Al encarar la huella me di cuenta porque no encontré la mía: un enorme arenal cubría la zona y seguramente tapaba lo que la foto satelital me había mostrado. No obstante, esta otra huella al poco tiempo empezó a coincidir con mi track y nos encaminamos a El Saltillo. La huella, muy socavada por el agua de lluvia era fácil para camionetas altas pero requería manejo cuidadoso para no caer en las continuas grietas longitudinales.

 
Extensos arenales cubren la zona

 

El camino está bien trazado pero estaba muy socavado por lluvias

                Rodeados de típico paisaje patagónico, con fondo muy arenoso, terminamos descendiendo a un vallecito donde viven algunos pobladores, los cuales te cobran un “peaje” de 20$ por vehículo para franquearte una humilde tranquerita que permite continuar camino.


En el puesto cercano a El Saltillo, aparece un curioso y claro cartel con instrucciones anunciando el peaje a abonar

 
El último tramo de la huella hacia el destino final

                El paisaje, siempre interesante pero desértico, no te da pista alguna de El Saltillo pese a estar ya a pocos kilómetros del mismo. De repente, un enorme tajo en la meseta, pone al descubierto la esquiva maravilla: Allá abajo, 100 o 200 metros más abajo, flanqueado por impresionantes paredones verticales de piedra, el río Chico nos deleita con un sinfín de verdes y con una sucesión de cascadas completamente inesperadas, una de ellas un poco más grande que indudablemente debe ser El Saltillo.

                Enfrente, un pequeño cerro con forma de cono volcánico explica un poco la extraña geografía, dándonos una pista de por donde se generó este curioso accidente natural.

                Después de sacar un montón de fotos y de comprobar que mi querido tanque de nafta volvía a perder en forma importante en ese magnífico escenario natural, dejamos las chatas y buscamos el modo de bajar al fondo del cañón. Claro está, antes pusimos un balde para juntar la nafta pensando en que luego intentaría emparcharlo por enésima vez.

                Bajamos por una tenue huella  de herradura y llegamos hasta el mismo cauce del río, que en esta época del año no tiene mucha agua, no obstante es más que suficiente para que el espectáculo sea inolvidable. No quiero pensar lo que debe ser esto con el caudal durante deshielo o después de una gran lluvia. Visto desde abajo los paredones impresionan aún más: las chatas allá arriba parecen hormigas y se lucen posando en el grandioso escenario.

                Unos cuantos megabytes son consumidos sacando fotografías que de todos modos no reflejarán nunca lo que vivimos. Uno de los lugares agrestes que más me ha gustado en los últimos tiempos. Seguro que no me alcanzan los comentarios para los epígrafes...

 
Allá abajo, muy abajo, se ve algo...


Es el desconocido SALTILLO, que le da el nombre a toda la maravilla que lo rodea


El SALTILLO

 


El tajo que el río Chico abrió en la meseta es completamente inesperado

 
Comparen la profundidad del cañón con el tamaño de las chatas


Se magnifica más aún si lo comparamos con las personas


Cada rincón del cañón merece ser admirado


Encontramos un sendero para descender



Abajo había más cascaditas...


Increíbles paredones de caprichosas formas

 

Remansos de verdes inexplicables


Curiosa figura en la tierra reseca


Formaciones rocosas de todo tipo adornan el tremendo cañón


Aquí el volcán responsable de todo este lío...

                Al volver a la superficie intentamos reparar la pérdida nuevamente con un tapagoteras que por las dudas había comprado en El Bolsón. Aparentemente la pudimos contener y emprendimos el regreso, prometiéndonos volver en pleno invierno ya que este paisaje nevado y el camino embarrado seguro valen la pena el esfuerzo. Por el camino paramos varias veces a ver la pérdida pero milagrosamente y contra todos los pronósticos aguantaba.

                De vuelta en Cushamen, para no desandar camino, nosotros seguimos a Ñorquinco y Guillermo se ofreció a acompañarnos hasta allí por cualquier inconveniente con mi tanque. La ruta que bordea el Ñorquinco es más que bonita y entretenida así que Guillermo tuvo su recompensa por su generosa compañía. En su último tramo la Trochita aparece, ofreciendo una estación alejada del pueblo (Ñorquinco) y un vistoso puente metálico para salvar el río, amén de las infinitas curvas para suavizar pendientes.

                En el poblado de Ñorquinco nos despedimos de Guillermo y Roberto, verificando que la pérdida se mantenía a raya y continuamos con el objetivo de investigar un poco más de la Trochita y dormir en Ingeniero Jacobacci.

                Disfrutando del enlace llegamos hasta el puente del río Chico donde paré revisar la pérdida, comprobando que se había vuelto a agravar. Ahora estábamos en problemas porque no tenía más “pastiches” para hacer reparaciones y dudaba que con el nivel de pérdida pudiéramos llegar a Jacobacci andando.


El tanque de nafta me hizo seguir trabajando....

                Sin embargo, veo que tenemos a mano el poblado de Rio Chico y nos metemos con pocas esperanzas. La estación de servicio estaba cerrada y solo encuentro un mecánico que se ofrece a ayudarme pero no tiene elementos que me sirvan. Por suerte en el único almacén del pueblo encuentro una pasta para reparar pérdidas. Sé que ninguna sirve demasiado pero al menos permiten contenerla de a ratos, lo cual es más que suficiente. Reparo con cuidado, simulando un soporte parecido a un dedo conteniendo el derrame, que es lo más eficiente que conozco.

                Por las dudas suspendimos la visita a la estación perdida de Aguada Troncoso y le pegamos derecho a Jacobacci sin contratiempos y sin pérdidas.

                Nos alojamos en nuestro conocido Hotel Cumelcan, donde cenamos y nos acostamos temprano, cruzando los dedos para que la tortura del tanque de nafta se detenga y nos deje disfrutar los dos días de vacaciones que nos quedaban.

Estás en Día 07: El Saltillo

 Día 06 por la tarde: Alto Rio Chubut Página Central de VACACIONES 2011 Día 08: Siguiendo la línea sur