HUELLEANDO POR LAS SIERRAS DE SAN LUIS

28 de junio al 01 de julio de 2013

DIA PREVIO: EL TRAPICHE-LA PUNTA << Si no leíste la primera parte, podés verla presionando el botón

 

EL SÁBADO: El Virorco, Escuela 124 y Colectivo abandonado

No nos levantamos temprano. Veníamos de unas semanas previas de duro trajín de  de trabajo más el largo día de viaje que nos habían dejado exhaustos. Como este viaje era sin planes, el plan se iría desarrollando solo.

Desayunamos tranquilos y después de cargar los bártulos en la chata nos pusimos a charlar con los dueños del Complejo Siyabona. Y se nos fueron dos horas…

Resulta que Gabriela y Pieter, ella argentina y él sudafricano, tenían muchas cosas para contar y mostrarnos, así que nos atraparon con sus historias. Ambos se conocieron trabajando en un crucero y decidieron establecerse en algún lugar de Argentina. Recalaron en San Luis, en El Trapiche, donde al menos una parte del año las temperaturas son como en Sudáfrica y entonces Peter no se congelaba del todo.

Consiguieron el terreno donde actualmente está el complejo, que lo compraron por Internet, y con sus propias manos construyeron todo lo que actualmente está aquí: desde las cabañas de troncos hasta la decoración en sus más mínimos detalles, pasando por la plomería y la electricidad, fueron realizados con su propia mano de obra.

Para hacer algo distintivo y diferente a lo que ya había en la zona, las cabañas las construyeron siguiendo un estilo sudafricano muy simpático y acogedor. Alojar parejas también fue una elección para diferenciarse del resto de la oferta local, aunque el ambiente es completamente familiar.

No son muy conocidas aún ya que recién inauguraron a principios el 2013 pero su futuro es auspicioso, sobre todo por las ganas que le ponen a cada cosa que hacen. Además de las cabañas hay una pileta de natación y un quincho completamente equipado para poder hacer un asadito o cosa por el estilo. Nos hubiéramos quedado más tiempo escuchando sus historias y proyectos pero se nos iba el día. Recomendamos visitarlos, no se van a arrepentir, son dos personas encantadoras y el lugar es de primera.


Las cabañas estilo sudafricano


El quincho y el deck donde está la pileta (obviamente ni la miramos)


La cabaña que nos tocó (todas están ambientadas diferentes con motivos sudafricanos)


No estábamos solos en la cabaña: en el alero una paloma con su cría nos hicieron compañía


El interior de la cabaña es muy cálido, de madera y piedra


Pieter, Gabriela y Adriana

Había planeado algo durante el desayuno pero ya estaba desactualizado antes de empezar ya que el tiempo sin duda no nos iba a alcanzar. Igual empezamos como si nada, yendo a recorrer la parte del Camino de las Pulperías que nos faltaba, el que pasa por El Virorco y llega a El Durazno.

Cargamos combustible en El Trapiche y le apuntamos a El Virorco, donde había visto una huella no muy larga hacia el oeste que iba a un “Puesto Pampita” y a una mina abandonada.

A lo largo del camino nos llamó la atención las marcas de un incendio muy reciente que de casualidad no destruyó una de las “pulperías”, ya que le llegó casi encima. Lo quemado estaba muy extendido y debió ser medio dantesco.


Camino de las Pulperías, a poco de salir de El Trapiche


Lo simpático de este camino es que cuando atraviesa algo poblado, está empedrado con materiales de la zona


Instalaciones de una de las "pulperías" del camino


De repente, a ambos lados del camino, vestigios de un incendio reciente


Las imágenes eran dantescas y todavía se sentía intenso olor a humo


Hasta donde se perdía la vista, se veía todo quemado


Realmente afecto una zona muy amplia, debió dar mucho trabajo apagarlo

Antes de El Virorco una tranquera cerrada pero sin candado nos para, pero pregunto a un poblador y me dice que pase sin problemas. Nos metemos.

En el GPS me aparece la bifurcación prevista pero hay otra tranquera. La huella que no tenía en mente seguía interesante así que cambié de planes y seguí por la de la derecha, que efectivamente pasaba por El Virorco, donde aparentemente terminaba. A la vuelta vería que pasa en la tranquera con rumbo al Puesto Pampita.

En El Virorco, resulta que  la huella seguía y nosotros con ella, adonde nos lleve.  Más adelante una encantadora lagunita y otra bifurcación. Seguimos por la derecha rumbo vaya a saber dónde.


La huella de la derecha rumbo a Virorco


Encantador caminito serrano, antesala de lo que vendría


Una de las tantas bifurcaciones. Y ahora? Y bueno, vayamos por la derecha...

El paisaje valía pena y avanzamos sin problemas hasta un puesto “Las Casas Blancas”, donde pregunté si podía seguir y hasta donde llegaría. Muy amablemente el poblador me dijo que no había problemas y que el camino llegaba hasta una escuela, unos kilómetros más adelante.


Después de la bifurcación el camino tomo franco rumbo norte con destino a descubrir


Apareció el Puesto "Las Casas Blancas" donde  nos atendieron muy cordialmente y nos dieron pistas


Las Casas Blancas

Por supuesto seguimos, atravesando unos encantadores montes que bordeaban un arroyo que invitaban a quedarse. Encontramos la Escuela Nro 124 “Germán L. Alleman” al final del camino y si bien estaba desierta, se nota que está en uso. Unas fotos e intentamos volvernos por una huella que apuntaba hacia el sur que no pudo ser porque se atravesó un pircado con un paso "peatonal". Volvimos y pegamos la vuelta hasta la bifurcación de la lagunita, donde al llegar ni miramos la hora, pero sentimos que en su orilla era el momento de tomar unos mates en semejante océano de tranquilidad. Se escuchaban los sonidos del silencio en la laguna.


Después del puesto el caminito se metió en un bosque >>>


>>> y se pegó a un arroyito casi seco.


La huella nos proporcionó lugares de belleza insospechada


A lo lejos, se veía una construcción. La huella ya ni siquiera se veía pisoteada


Así llegamos a la escuela 124 en el confín de las sierras. Hasta acá había huella, luego no había por donde seguir


El azul de la lagunita nos tentó y allí fuimos


Tomamos el camino que la rodea por el oeste


Elegimos un lugar con playita >>>


>>> y nos dispusimos a tomar unos ricos mates


Un paisaje de la patagonia andina enclavado en lo alto de las sierras puntanas


No es el lago Espejo, pero se ve espejado

Al rato, pasó una Vitara bordó corta descapotable con cinco personas a bordo que siguió por el camino que tomaríamos nosotros, así que se podía tomar más riesgo al no estar solos en la zona.

Seguimos después de la mateada avanzando por la huella, que comenzó a ramificarse. Opté por seguir siempre por la menos marcada buscando aventura sin atender por donde andaba la otra Vitara. En un recodo la vimos retrocediendo por otra de las huellas y nos hicieron señas como para seguirnos. Ahora nosotros íbamos delante.

Cruzamos un par de encantadoras lagunas de altura zigzagueando por las sierras y ganando altura alcanzamos el famoso colectivo abandonado que había escuchado existía por ahí.  Lamentablemente ya no está completo puesto que le han cortado el techo seguramente con la idea de removerlo definitivamente. Según averigüé era un micro que traía mineros a la zona y por algún motivo desconocido quedó ahí y nunca más se movió. Como muchas cosas abandonadas, una sombra ya pronto será gracias a la depredación.

La huella continuaba y seguimos hasta un abra a 1400 msnm que nos proporcionó una espectacular vista área de la zona, donde decidimos esperar a la otra Vitara y charlar con ellos.

Se podría apreciar desde allí los vestigios del incendio que no estaba del todo apagado, la silueta del Morro, el Sololasta, el Tomolasta y los diques La Florida y Esteban Agüero.


La huellita continuaba linda, bordeando lagunitas muy interesantes


Lentamente subíamos en forma constante


Encontramos el misterioso colectivo de las sierras, ahora con el techo cortado


Estaba así hace algún tiempo...  (Foto robada de Internet)


Me puse a ver si lo podía hacer andar, pero estaba difícil....


Vamos, vamos que arranca el autobús mágico !!!


Me rendí, no hubo caso....


Desde un abra bien alta, se veía a lo lejos El Morro hacia el este


Hacia el norte se divisaba el Sololasta


También se apreciaban restos del incendio


Con bastante zoom, se notaba que todavía estaba bastante activo


Nuestros amigos de la Vitara bordó llegando al abra desde donde los fotografiábamos

Mientras esperábamos se acercó un poblador a caballo, Santiago, quien posiblemente lo hizo para averiguar que hacíamos por allí y nos trató muy amablemente, informándonos que la huella, en malas condiciones, seguía bastante más, “hasta bien arriba”.

Estaba dudando si seguir o abortar y en eso llegó la abarrotada Vitara bordó, de donde no terminaban de bajar tripulantes…

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