CON LA EXCUSA DE UN ECLIPSE SOLAR

HUELLAS ABANDONADAS EN LA SIERRA DE GUAYAGUÁS Y UN ECLIPSE SOLAR EN EL SALAR DE MASACASÍN

29 de Junio al 03 de Julio de 2019

PRÓLOGO

                Hace meses, una charla con Pablito Cirielli, el hijo de un viejo amigo que participa del equipo del programa FENÓMENOS, me puso en conocimiento de la existencia de un eclipse solar en 2 de Julio de 2019, el cual se vería con claridad en la zona del desierto puntano-riojano-sanjuanino.

                Siempre tengo disposición a expediciones a cualquier desierto y pese a haber ido a esa zona en particular varias veces, aún permanecen muchos lugares con secretos por descubrir así que se me instaló en algún lugar de mi cabeza la intención de armar un viaje para esa fecha que aunase la contemplación del eclipse y un recorrido por el desierto que enmarca a las Sierra de Guayaguas, Pampa de las Salinas y el Salar de Mascasín.

                En particular este desierto guarda especiales recuerdos para mí, puesto que la primera travesía dura por terrenos difíciles fue allí, cuando allá por el 2004 con  Pampa 01 recién estrenada participé de la legendaria Bandidos Rurales, donde conocí a varios de mis actuales entrañables amigos como Eduardo Cinícola y Nestor Queralt.

                Cuando el tema del eclipse solar empezó a tomar estado de actualidad, no dudé un instante en tirar la idea de hacer el viaje y ahí nomás varios secuaces se sumaron casi en forma instantánea, especialmente Nestor Queralt, que enseguida aportó tracks relevados con las motos de dudosa reproducción con las chatas y de segura capacidad de rayarlas de manera irracional.

                No obstante esto último se armó un grupo que al principio era de cinco chatas y finalmente quedó conformado por  tres:

  • Elsa Ons junto con Nestor Queralt (Toyota Hilux)

  • Johann Arndt  (Espantomóvil Toyota SW4)

  • El que escribe con Eduardo Cinícola (Pampa 02)

                La idea fue encontrarnos en algún punto cercano a la RN20 en San Luis el sábado a la noche y después vagabundear domingo, lunes y martes por esos pinchudos y angostos tracks para posicionarnos en algún lugar privilegiado e inaccesible sobre la línea de máxima oscuridad del eclipse en las cercanías de Mascasín para ser testigos de este infrecuente fenómeno natural.

                El link a continuación contiene información acerca del eclipse:

http://xjubier.free.fr/en/site_pages/solar_eclipses/TSE_2019_GoogleMapFull.html?Lat=-31.82975&Lng=-66.38351&Zoom=7&LC=1

 

SÁBADO 29 de JUNIO: ENLACE FCIO VARELA - PUESTO BALZORA

FLORENCIO VARELA – CONGRESO – CHACABUCO – JUNIN – REALICÓ –NUEVA GALIA – VILLA MERCEDES – SAN LUIS – PUESTO BALZORA

                Salí algo después de  las cinco de la mañana de mi casa y a las seis ya lo tenía a bordo a Eduardo en Congreso. Un trámite la RN7 modo autopista hasta San Andrés de Giles y luego un tranquilo viaje por la misma ruta hasta Junín, no muy afectada por los trabajos de  construcción de los nuevos carriles por ser sábado temprano.

                El tramo que la RN7 atraviesa La Picaza continúa aún cortado lo que obliga a desviarse y entonces optamos por la RN188 pasando por Lincoln, Realicó y Nueva Galia; tal vez sea el desvío más largo pero indudablemente es el  más tranquilo y finalmente, el más rápido.

                En Realicó para paramos a repostar combustible con la grata sorpresa que la nafta súper tenía precio patagónico: milagros de la política, para la ley, La Pampa en toda su extensión es una provincia patagónica y por lo tanto disfruta del precio subsidiado, así que de paso aprovechamos a cargar los bidones suplementarios que el recorrido por el desierto nos demandaría. Allí nos alcanzaron Elsa y Néstor, almorzamos frugalmente con ellos y continuamos viaje.

                De Nueva Galia hasta San Luis el viaje es muy tranquilo porque se disfruta de la solitaria autopista puntana AU55 hasta Villa Mercedes y luego por la RN7 también convertida en autopista hace mucho tiempo.

                En San Luis volvemos a llenar los tanques ya que luego hasta atravesar el desierto y llegar a Chepes no tendríamos posibilidad de reponer combustible salvo en algún poblado donde alguien venda combustible suelto en forma precaria, pero eso lo dejaríamos para alguna emergencia.

                Allí se nos unió Johann para completar la caravana. Omití comentar que por culpa del eclipse, conseguir alojamiento en la zona en estos días fue una misión imposible y es así como Néstor, haciendo gala de su profundo conocimiento de la zona, consigue que en el Puesto Balzora, el agente policial allí destacado nos ofrezca las cómodas instalaciones de la comisaría del lugar, calabozo incluido, con el fin de evitar el armado de carpas. Además también ofrece recibir a los “huéspedes” con un chivo de bienvenida, situación que no podíamos desperdiciar en modo alguno.

                Puesto Balzora es un pequeño caserío perdido en el monte puntano unos 60 km al norte de la RN20 que aloja un puñado de familias dedicadas a actividades ganaderas en pequeña escala y que soportan estoicamente el clima siempre hostil de la zona: calores infernales en verano y fríos glaciales en invierno. Una escuela y un destacamento policial completan el cuadro.

                Respecto a la vez que pasé por allí en 2004, ahora al menos tienen energía eléctrica, agua corriente y sorprendentemente también señal de internet. Por suerte se acordaron de esos sufridos pobladores.

                Llegamos a Balzora de noche y allí nuestro nuevo amigo, el agente policial Mimas Medina nos estaba esperando con el chivo marchando a la parrilla y además de facilitarnos las instalaciones del destacamento nos recibió en su casa con la mesa servida, calefaccionada con un brasero que nos reconfortó del frío reinante, que ya rondaba los O°C.

                Mientras se terminaba de asar el chivo, estuvimos conversando animadamente con él y su familia sobre sus experiencias de vivir allí y nosotros les comentamos nuestros planes para los días venideros. Fue un placer escuchar a su abuela Leonarda  de 94 años, contarnos de primera mano que escucho hablar de la legendaria Martina Chapanay así como a curiosos personajes como el novio de la burra del pueblo…

                En las fotos van a apreciar sin que haga falta que describa nada más, la exquisitez del chivo que degustamos, acompañado de chanfaina elaborada con los menudos del propio chivo http://www.folkloredelnorte.com.ar/costumbres/chanfaina.htm  y por supuesto todo regado con los buenos vinos que Elsa y Johann aportaron como es su costumbre.

                En la sobremesa, los sorprendí con una especie de torta de cumpleaños armada con muffins  con velitas y todo que mi esposa preparó para festejar mi cumpleaños #59, esta vez en un remoto lugar acompañado de mis excelentes amigos.

                Sólo quedó movernos hasta el destacamento para tirar las bolsas de dormir en el suelo, cerrar las puertas y echarse a los brazos de Morfeo para dormir “cómodamente”  para estar bien descansados para los días venideros. Nadie se animó a dormir en el calabozo…


Población Puesto Balzora, de noche y de día - FOTOS: Sergio ZEREGA


Esperando al chivo en la acogedora casa de don Dimas Medina - FOTOS: Johan ARNDT


El protagonista del día: ¡Qué rico chivo! - FOTOS: Johan ARNDT y Sergio ZEREGA


No me van a negar que soy original para festejar mi cumpleaños. Y con torta y todo! - FOTOS: Johan ARNDT y Eduardo CINICOLA


Nuestro alojamiento cinco estrellas: la comisaría en desuso - FOTO: Sergio ZEREGA


De afuera parecía impecable... - FOTOS: Sergio ZEREGA


Adentro, algún mobiliario había: dos camitas, el cómodo calabozo y una silla.
Igualmente mucho mejor que armar la carpa con 0°C - FOTOS: Sergio ZEREGA


Downtown de Puesto Balzora - FOTO: Sergio ZEREGA

               

DOMINGO 30 de JUNIO: EL DIA DE LA HUELLA RÚSTICA A GUAYAGUÁS

PUESTO BALZORA – PUNTA DEL MÉDANO  - BARREAL COLORADO - ABRA DE LOS COLORADOS  - ESTANCIA GUAYAGUÁS

                Amaneció medio tarde con signos de mucho frío durante la noche. Sacar agua de la canilla del agua corriente fue imposible y calentar el desayuno con las garrafitas de butano se volvió medio difícil. El registro del termómetro marcó 5°C  bajo cero de mínima nocturna y todavía, a las nueve de la mañana, no había llegado a sobrepasar el 0°C. No obstante se vislumbraba un día despejado tal como el pronóstico nos había indicado para estas jornadas; apenas el sol levanta, el frío cesa inmediatamente dando paso al calor, pese a estar en pleno invierno.

                Nos despedimos de Dimas y salimos hacia el oeste rumbo a Punta del Médano por una polvorienta  huella transitable que finalizaba donde mora el último poblador antes del espinoso desierto que pretendíamos atravesar por una vieja y abandonada picada sísmica de YPF que se utilizó hace decenas de años para llegar en forma directa a la otrora importante estancia Guayaguás, hoy también tan abandonada como esta huella. Vaya a saber por qué está indicada en Viajeros4x4 como “Muy rústica”…

                Al consultar al poblador sobre el estado de la huella nos dijo que no podríamos avanzar mucho más que un par de kilómetros ya que de allí en adelante no se puede pasar ni a caballo. Se imaginarán que decirnos eso y mojarnos la oreja fue un solo acto así que le agradecimos la información y nos largamos convencidos del éxito, sabiendo que si no lo lográbamos el buen hombre se iba a deleitar con nuestro regreso sin gloria. De todos modos pocas veces les damos el gusto a los agoreros...

                Efectivamente los primeros kilómetros veníamos a buen ritmo sin inconvenientes pero al cabo de los mismos, entramos en una picada claramente visible pero invadida por la vegetación lateral hasta tocarse ambos lados en muchos lugares. Por supuesto no era vegetación muy amistosa sino que eran una sucesión de arbustos espinosos y pinchudos dispuestos a acabar con la pintura de nuestros vehículos.

                Sin embargo todos los integrantes de esta expedición experimentamos el extraño placer masoquista de escuchar el constante chirrido del ramaje contra la chapa de las chatas, así que el avance en esas condiciones no nos amilanó y acabó siendo un sonido familiar, casi una melodía salida de Spotify.

                Por supuesto el avance se hizo más y más lento a medida que penetrábamos en el monte dado que el ramaje se iba haciendo cada vez más grueso, a tal punto que debimos echar mano de las motosierras para abrir aquellos sectores donde además de la pintura, se podía comprometer la integridad de chapa misma. Algún límite tenemos. Así seguimos avanzando hasta que en un claro del monte, la vegetación nos dio un respiro y nos detuvimos a picar algo.

                Más adelante además del grosor de las ramas laterales, algunos atrevidos arbustos osaron crecer sobre la picada y entonces además de rayar las chatas debimos comenzar a pecharlos de frente. La chata de Elsa fue la que más sufrió las consecuencias ya que los plásticos frontales cedieron ante la resistencia de los resistentes  arbolitos. Johann y yo no sufrimos mayores daños, ponele…

                Desde que habíamos partido de Puesto Balzora, habíamos recorrido 34 kilómetros en algo más de ocho horas, a la fantástica velocidad media de 4 km/h, así que imaginen lo fragoroso del avance. En algún momento dejamos San Luis y nos adentramos en San Juan, zigzagueando en el monte.

                Aproximadamente a cinco kilómetros de la estancia, aparecieron unas serranías que además de los arbustos, agregaron la necesidad de sortear algunos desvíos por los faldeos a campo traviesa interesantes e inéditos, ya que la picada sísmica, como es normal, sigue derecho sin importar las pendientes que debe superar puesto que  son abiertas por bulldozers con orugas que no le hacen asco a nada.  Superamos la dificultad y seguimos acercándonos al objetivo del día otra vez metidos entre los matorrales espinosos y ahora cruzando cauces secos que denotaban la cercanía de un río colector que debería depositar en la estancia.


Cuando hablo de picada visible y transitable después del último puesto, era esto - FOTOS: Sergio ZEREGA


Como pueden apreciar, la picada era una autopista... - FOTOS: Sergio ZEREGA


Elsa avanzando por la picada visible, cuando todavía no teníamos contactos muy cercanos con la vegetación - FOTOS: Néstor QUERALT


"¿Adónde carajo nos querés llevar, Queralt?" inquirimos - FOTO: Sergio ZEREGA


"Sigamos que está despejado" nos mintió arteramente y concientemente nos dejamos engañar - FOTOS: Néstor QUERALT


Las chatas antes de entrar al tratamiento "ready to paint" - FOTOS: Néstor QUERALT y Sergio ZEREGA


Entrando a la "cámara de despintado" - FOTOS: Sergio ZEREGA


La picada visible y despejada se convirtió en historia: ni una cosa, ni la otra - FOTOS: Sergio ZEREGA y Johan ARNDT


La motosierra empezó a trabajar a full - FOTO: Johan ARNDT


Increíble por donde hacíamos pasar los vehículos - FOTO: Johan ARNDT


Johan pasando con su chata por este rallador, mientras disfrutamos su video - FOTO y VIDEO: Johan ARNDT


Pampa haciendo lo propio - VIDEO: Sergio ZEREGA


Elsa disfrutando el manejo defensivo con Queralt de panelista - VIDEO: Nestor QUERALT


Paramos a picar algo en el monte justo donde encontramos un mojón de la vieja picada de YPF - FOTOS: Sergio ZEREGA y Johan ARNDT


Y ahora, adónde vamos? Si con estos dos no encontramos la salida, no existe! - FOTOS: Sergio ZEREGA y Johan ARNDT


Sobre el "final" de la picada, unas serranías le agregaron desniveles y zanjones a los molestos arbustos
FOTOS: Sergio ZEREGA y Johan ARNDT


Serranías multicolores se interpusieron al objetivo de llegar Guayaguás al fin del día - FOTO: Sergio ZEREGA



Era un laberinto de cañadones, tapizado de arbustos espinosos que no mostraba una salida clara hacia nuestro objetivo.
Nuestros tracks teóricos no se compadecían con la realidad, seguramente  el desuso había desfigurado todo - FOTOS: Sergio ZEREGA


Cínicola disfrutando a Pampa 02 trepando las pequeñas serranías - VIDEO: Sergio ZEREGA




El antes y después de la chata de Elsa, pobrecita... FOTOS: Néstor QUERALT y Johan ARNDT



Pampa 02 y sus daños colaterales - FOTOS: Sergio ZEREGA


Tampoco mis piernas salieron indemnes de andar entre los arbustos - FOTOS: Sergio ZEREGA 

                El ancho río arenoso apareció y así bordeados de altos acantilados rojizos, al caer la tarde llegamos a la mítica estancia Guayaguás donde armamos nuestro primer campamento.

                La estancia Guayaguás es bastante particular, ya que su construcción fue muy elaborada para los estándares de estas zonas. Sólidas paredes de mampostería con ladrillos a la vista, instalaciones embutidas y techos de hormigón contrastan con las precarias instalaciones que uno está acostumbrado a ver. El aislamiento y el clima seco han conservado muy bien todo esto pero también, como suele ocurrir, el injustificado vandalismo de quienes la visitan consiguen irla destruyendo de a poco. Poco se sabe de la historia de esta estancia, que indudablemente debe haber tenido su razón de ser y su momento de esplendor, allá por los años '50, supongo.

                Desperdigados por el predio y escondidos tras la vegetación, que lentamente se va comiendo todo, hay varias herramientas y equipos para abrir picadas con tracción a sangre, como palas cargadoras y hasta una motoniveladora.  No me queda muy clara cuál era la explotación principal ya que una balanza para camiones bastante moderna no parece consistente con ganadería y tampoco se observan vestigios de minería. Agricultura, ni hablar. Tal vez haya habido explotación maderera. Se sabe que Estrada es el apellido del titular original de las 11800 ha de superficie que la componen y que en el 2017 hubo intento de usucapión por la familia Ruarte. Un cementerio bastante importante denota que debió albergar una población de cierta importancia.

                En viejos mapas del IGM, a los pies del cerro Guayaguás hay indicada la mina "La Porfía" pero hasta ahora no pudo ser encontrada y no se conoce cual era el mineral que se extraía. Es un enigma a descifrar en futuras expediciones.

                Cayendo la tarde armamos un campamento todo desparramado entre los arbustos ya que no hay zonas despejadas muy grandes y bajo el alero de la casa principal, encendimos una fogata comandada por el incendiario Néstor y Elsa se encargó de deleitarnos con un guiso de lentejas que tenía hasta bulones fritos, perfectamente adecuado para soportar el intenso frío nocturno que íbamos a sufrir horas después.

                Largas e interesantes charlas bajo un cielo pletórico de estrellas no impidieron que de a uno cayéramos bajo el influjo del cansancio de un duro día de travesías y no más allá de las diez de la noche estaba cada uno en su carpa dispuesto a reponer energías para el día siguiente.




Así, como e la nada, emergiendo de entre la vegetación que todo lo cubre, las ruinas de la estancia Guayaguás nos reciben solitarias
FOTOS: Eduardo CINICOLA y Sergio ZEREGA



Construcciones de muy buena calidad no encajan en este remoto lugar y no se encuentran razones objetivas de su existencia
FOTOS: Sergio ZEREGA


Si no fuera por el vandalismo humano, el clima seco las hubiera mantenido indemnes - FOTOS: Sergio ZEREGA


El interior está mucho peor que el exterior, una pena porque hubiera sido bueno poder armar las carpas ahí dentro para paliar el frío
FOTOS: Sergio ZEREGA


Nos instalamos bajo un alero del edificio principal, donde luego cocinaríamos y cenaríamos - FOTO: Sergio ZEREGA


Apenas uno se aleja de los edificios, enseguida desaparecen entre medio a los arbustos espinosos - FOTOS: Sergio ZEREGA


Campamento en Guayaguás, desparramados en el monte - FOTOS: Sergio ZEREGA


Anochece sobre estancia Guayaguás - FOTO: Sergio ZEREGA


El incendiario Queralt nos proporcionó el calorcito necesario para soportar el frío - FOTOS: Sergio ZEREGA y Nestor QUERALT




Elsa nos deleitó con un tremendo guiso de lentejas mientras comentábamos los avatares del día - FOTOS: Néstor QUERALT


Por la mañana pudimos apreciar mejor el rojizo paisaje circundante - FOTO: Sergio ZEREGA


No era un cuadro, era lo que se veía por la ventana de uno de los edificios - FOTO: Sergio ZEREGA


Una pala cargadora de arrastre abandonada entre los arbustos - FOTOS: Sergio ZEREGA


Una reliquia tirada en el medio del monte: motoniveladora tracción a sangre - FOTO: Sergio ZEREGA
 

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