LOS  PUENTES DE ACHUPALLAS

                La verdad que desde el año pasado  andaba medio obsesionado con los misteriosos puentes ferroviarios de la zona de Achupallas. Había leído travesías a pie de fanáticos ferroviarios como Fede Pallés, una travesía en motos de mi amigo Queralt y su grupo cuando arreciaba la sequía y últimamente de un grupo de ciclistas comandado por Aldo Rivero.

                Las fotos de los puentes siempre alentaron mi curiosidad respecto a la posibilidad de cruzarlos con las chatas y como no había reportes de intentos, siempre estaba presente la intención de ir a ver si era posible.

                Esa zona, además de los puentes en si mismos, es de mucho interés ferroviario ya que en pocos kilómetros se entrelazan tres ramales diferentes, por lo tanto hay varias estaciones con historias y personajes para descubrir. Ingredientes perfectos para una travesía mínima de un domingo cualquiera.

                En la zona confluyen la cañada Chivilcoy con el río Salado y hay tres ramales ferroviarios en desuso que se entrelazan: el Ferrocarril Midland, que cruza ambos cursos de agua por el norte entre La Rica e Indacoechea, el  Compañía General Buenos Aires (el mismo CGBA de Buchanan) que los cruza también a los dos más al sur entre Ramón Biaus y Achupallas y el Ferrocarril del Oeste (FCO ex Sarmiento) que paralelo a la cañada Chivilcoy, cruza por debajo a los otros dos ramales y al río Salado aún más al sur, entre La Rica y Gobernador Ugarte.


En línea blanca el Midland, en verde el CGBA, en amarillo el FCO y en rojo, el Expreso Suzuki

                Como ven, hay muchos puentes, pero hay dos que particularmente me llamaban la atención: el del CGBA sobre la cañada Chivilcoy porque una crecida movió uno de sus pilares y lo retorció dándole forma de montaña rusa y el del FCO sobre el río Salado por su imponente estructura en el medio de la nada.

                Ese domingo cualquiera llegó: el finde del 14 de marzo después que comentase la idea con algunos amigos durante la semana previa. Agarré los mapas del IGM, el Earth Google y armé un recorrido tentativo, donde la duda sería si con las chatas podríamos efectivamente arrimarnos a la zona. Los anteriores visitantes habían ido en medios más “maniobrables” a los efectos de un alambrado o de una tranquera con candado. No me preocupaban otros obstáculos como zanjas,  barro o pastizales, pero los otros si porque son infranqueables y menos en estas zonas no tan alejadas de Buenos Aires, donde sobrevuela la inseguridad en los vecinos rurales.

                Esta vez me acompañaron los noveles y entusiastas ferroviarios Plooke (Samurai) y Néstor con Alejandra (Vitara 3P) a los que se sumaron Daniel Cassati (Grand Vitara 5P) y Alfredo con Andrea (Musso). Estuvo un rato pero se fue temprano Aníbal, el primo de Plooke (Cherokee). Casi éramos muchos, pero como eran malos conocidos….

                Nos juntamos en General Rodríguez en una YPF en el Km 55 del Acceso Oeste a las 8:30 y arrancamos para Suipacha, sobre la RN 5, donde dejamos el asfalto por el resto del día. La idea era meternos por los caminos de tierra, siguiendo los ramales ferroviarios, apuntándole a los puentes y de paso visitábamos ignotos pueblos  y estaciones.


Acceso al camino vecinal a San Sebastián desde Suipacha

                 El único punto oscuro del día se reveló enseguida: no íbamos encontrar mucho barro pese a que había agua por todos lados, al menos sobre los caminos. 

                Un sinuoso camino vecinal en muy buen estado, como todos los que recorreríamos en el día, nos depositó en el pueblito de San Sebastian, previo cruce del puente sobre el arroyo Las Saladas, el cual ahora estaba lleno de agua y el año pasado, unos kilómetros más al sur, tenía peces muertos en su seco cauce y nos permitió comer un asadito bajo uno de los puentes cuando nos guarecimos de la lluvia.


Néstor sobre el puente del arroyo Las Saladas


Arroyo Las Saladas rebosado de agua

                 San Sebastián es un pueblo creado a la vera del desaparecido Ferrocarril Midland en su derrotero de trocha angosta hacia Carhué. Este ramal fue completamente levantado en esta zona, quedando en pie solamente algunas estaciones y restos de puentes y terraplenes. Lo invadimos con tantas chatas.


Invasión Suzukera en San Sebastián

                El pueblo se lo ve muy tranquilo y denota su antigüedad en las increíbles construcciones de ladrillo asentados sobre barro que, sin revoque, resisten el tiempo como si nada…


Calles tranquilas y viejas edificaciones de ladrillo a la vista en San Sebastián

                En San Sebastian, la estación existe, aparentemente habitada por una familia, junto con los galpones y la manga para reponer el agua de las locomotoras. Es de construcción muy económica, de chapa, pero está bastante entera. No encontramos el siempre buscado nomenclador y no hay vestigios de las vías.


El galpón centenario y la modesta estación de chapa San Sebastián aún siguen en pie


Daniel esperando el tren en el andén y Pampa posando con Daniel y Néstor

                Siguiendo la traza del Midland, que oficiaba de boulevard gigante de la "avenida" por la que circulamos, nos acercamos a La Rica, un pueblo que a falta de una, tiene dos estaciones fuera de servicio.

                Un acertado desvío a través de una huella en un maizal, nos sirvió para empezar a darnos cuenta del intricado nudo ferroviario que había en la zona: el terraplén del Midland se eleva unos cuantos metros para dejar pasar por debajo a la trocha ancha del Ferrocarril del Oeste (FCO Ex Sarmiento) perteneciente al ramal que iba desde Gorostiaga a Anderson.

                Curiosamente, el robusto puente metálico está todavía ahí y desde él se puede ver la amplia curva en descenso del Midland hacia La Rica, que debía ser una delicia cuando pasaban los largos cargueros a vapor. El FCO conserva las vías, pero el Midland no.


La huella del maizal nos llevo a la traza del Midland donde se cruza por arriba con la del FCO



Estacionamos el Expreso Suzuki (mayoría) y nos trepamos al puente como chicos...

                En La Rica había dos estaciones, la del FCO, que no pudimos ver porque está en un predio privado oculta del público (la verdad que ni lo intentamos porque supusimos que no existía más, después nos enteramos de cómo venía la mano) y la del Midland, de la cual no hay vestigios del edificio principal, aunque subsisten los galpones y el tanque de agua para las vaporeras.

            La Rica es ahora pobre en estaciones, aunque en el pasado fue rica.......

               
La entrada a La Rica sobre la RP 30


El predio donde no encontramos a la estación del FCO aún conserva el galpón



Lo que queda de La Rica del Midland, casi nada.......

                A continuación tratamos de reproducir la traza del FCO por los caminos vecinales rumbo a la próxima estación; allí trataríamos de buscar información de cómo arrimarnos a uno de los puentes buscados, el del FCO sobre el Salado, además de visitar la estación.


Rodeando el cuadro de la estación vemos la arboleda que la contiene, mientras la señal de madera no nos daba paso...

                El camino vecinal nos puso frente al cuadro de la estación Henry Bell que está perdida en el medio de una arboleda y mientras estacionábamos en la calle principal del pueblo fantasma, justo llega el actual ocupante en una vieja F100.


Don Abel y yo

                Era Don Abel, un campesino oriundo de Chivilcoy que primero se muestra reacio a la invasión, pero al ver nuestras reales intenciones no sólo accede a dejarnos pasar a ver, sino que nos desgrana un montón de historias acerca del ferrocarril y termina mostrándonos orgullosamente todo lo que tiene en "su" estación, que si bien no está del todo completa guarda mucho de lo que supo tener.

                 La estación está convertida en vivienda pero conserva bastante de su pasado ferroviario: las vías no se han levantado (de hecho Abel tiene una zorra casera para ir hasta la RN 5 cuando llueve mucho), los galpones están en buenas condiciones y los utiliza para trabajar, los cambios de vías están y funcionan y hasta pudimos disfrutar los dos nomencladores originales. Le falta el alero, que parece que se voló con un tornado.


El andén está convertido en el patio trasero de la vivienda, cubierto por una hermosa arboleda


Otra vista del andén y del nuevo alero vegetal que reemplazó al que se fue de viaje

                El pueblito que se formó alrededor de la estación está desierto y abandonado completamente; no sobrevivió ni la escuela. Sólo lo habitan Abel y su esposa más un par de peones.

                Abel nos contó que la está alquilando desde hace unos años a ALL (America Latina Logística, que es la empresa que tiene la concesión del ex Sarmiento y del Urquiza) y conoce mucho del lugar porque vivió desde chico allí y por supuesto recuerda cuando el pueblo celebraba el paso del tren, el cual dejó de circular allá por los ´70.

                Por él nos enteramos que la equivalente de La Rica la alquila un arquitecto que la tiene en impecables condiciones pero que no es fácil entrar a verla.

                También pudimos escuchar de boca de un laburante del campo las amargas quejas por las retenciones….

                Me olvidaba: un párrafo aparte para la zorra casera de Abel, un digno rival para el ingenio de mi amigo Coco: está armada con un motor Villa que a través de correas mueve un embrague de Citroen conectado a una caja de cambios de Taunus, la cual pasa a través de un inversor de marcha a cadena (para poder tener cambio marcha atrás) que mueve un diferencial de vaya a saber que. Además, como en Henry Bell no hay electricidad, también tiene un alternador de 3 x 380 V movido con el mismo motor como si fuera un grupo electrógeno móvil . Mecánica de campo en estado puro.

                Estuve buscando en Internet por el origen del nombre del pueblo pero salvo que se trate de algún viejo poblador, seguro tendrá que ver con alguno de los personajes de igual nombre que encontré en la Wikipedia.


Los dos nomencladores y el Pampa
 

El tanque de agua con la manga para reponer agua a las locomotoras, de inconfundible origen inglés


La boletería de Henry Bell


La multifacética zorra de Abel

                La consulta para llegar al puente de este ferrocarril sobre el Salado nos dio malos indicios: camino hay, pero los fines de semana tiene candado por seguridad. La única esperanza fue que Abel nos dijo que a veces uno de los propietarios, Don Isatti a veces está en su campo los domingos a la tarde y en una de esas lo encontramos, pero no muy temprano.

                Como era cerca de mediodía, decidimos almorzar y hacer tiempo en el pueblo fantasma. Dejamos tranquilo a Don Abel y a su esposa agradeciendo su amabilidad y nos corrimos unos metros sobre la misma calle principal para castigarnos con unas delicias al disco: churrasquitos, pechugas de pollo, chuletas, chorizos, morrones, zapallitos, etc.,  a la sombra de la frondosa arboleda en el medio de la calle. La verdad que tráfico mucho no había....


Su alteza, el disco de arado


Improvisado almuerzo en un pueblo fantasma


Corrimos el riesgo de multa por mal estacionamiento mientra me ocupa del disco


Pese a la señal alta, igual partió el expreso Suzuki...

                Después del almuerzo, salimos decididos a encontrar a Don Isatti para acceder a los puentes buscados y por las dudas paramos a preguntar en el casco de una estancia a la vera del camino, donde el dueño nos dio la misma información que Abel, aunque nos agregó que un poco más atrás salía otro camino que termina en la cañada Chivilcoy que tal vez estaba abierto y nos sería útil. Igual seguimos buscando la tranquera de Isatti, donde un bruto candado nos dijo que no.

 
El candado esquivo

                Desanimados volvimos sobre nuestros pasos y buscamos el otro camino que nos indicaron, el cual nos introdujo en la estancia San Juan a través de una increíble entrada de añosos eucaliptos.

            El casco tenía pinta de gente durmiendo la siesta. Daniel Casati, Néstor y Alejandra fueron enviados a parlamentar y los demás nos quedamos alejados para no espantar por el número.  Los atendió alguien que efectivamente estaba por dormir la siesta: era de nuevo uno de los dueños, Don Manuel Cagnone, quien naturalmente primero les dijo que no, luego que a lo sumo a pie (estábamos a 4 km del puente más cercano) y después de las convincentes razones esgrimidas terminó diciendo que si y encima agarró su chata y nos guió hasta la cañada Chivilcoy para que al menos podamos ver el puente roto de lejos, ya que el terreno inundado no daba para arrimar mucho más.


La imponente entrada de eucaliptos y una trabajada tranquera artesanal para la colección


A campo traviesa rumbo a la cañada Chivilcoy guiados por Manuel en su F100 amarilla


Quedamos a 1400 metros del puente de CGBA, que con su aspecto nos entusiasmó aún más para ponerle nuestros pies encima

                El cauce desbordado de la cañada Chivilcoy nos impidió llegar pero por lo menos habíamos tomado contacto visual con el objetivo y nos dio más ganas de ir por él. El cañaveral sobre el terraplén no auguraba nada fácil pero....

                Charlar con Manuel fue otra delicia inesperada, ya que nos contó el esfuerzo que están haciendo para repoblar la zona y como premio se ganó el budín especial que había traído Alejandra y nos quedamos sin lo más rico de la merienda, pero se lo mereció por la buena voluntad.


Saliendo del campo de Manuel

                 Al regresar, tozudo, me adelanté a ver que pasaba con la tranquera del bruto candado. Desafortunadamente seguía ahí, así que avisé por radio del fracaso y mientras estoy dando la vuelta, aparece una Berlingo azul con aspecto de tener la llave. Inmediatamente me bajo a charlar y pensé: “Si esto no es Abrete Sésamo.....”.

                Era el sobrino de Isatti, Ricardo Andreani, que estaba por entrar al campo y que al explicarle nuestras intenciones, accedió a dejarnos pasar y nos dijo cómo podríamos llegar a los puentes. Lo que no nos dijo era que la iba a cerrar de nuevo, pero esa es otra historia para más adelante….

                Un minuto más o un minuto menos y la tranquera hubiera sido infranqueable y nos hubiéramos quedado con la foto desde lejos. Sin duda, hay que tener suerte ( y buscarla ….)

                El camino vecinal privado nos empezó a acercar a río Salado, cruzamos traza del CGBA y en el primer hueco que los campos sembrados nos ofrecieron,  le apuntamos derecho al puente del CGBA sobre la cañada Chivilcoy, avanzando sobre un maizal recién cosechado, que hacía los palitos golpeasen las chatas como un xilofón.

                Encontramos el terraplén del CGBA y lo costeamos hasta llegar al puente sobre nivel con el FCO, donde tensados alambrados nos impidieron seguir derecho al objetivo.


El puente del CGBA que lo hace "saltar" sobre el FCO, igual que el Midland más temprano


Panorama desde el puente

                Sin otro remedio, entonces le apuntamos al otro puente que nos interesaba, el del FCO sobre el Salado que ya se veía a lo lejos, costeando el alambrado que nos frenó.

                Al final arrimamos a unos 200 metros del puente y además el alambrado estaba cortado, así que se podría haber intentado ponerle las chatas encima y cruzarlo. No obstante, decidimos ir caminando ya que los pastos estaban muy altos y teniendo más cosas por delante la maniobra nos iba a quitar valioso tiempo diurno; siempre hay que dejar algo para después.

                Ante nosotros se mostró imponente el puente del FCO sobre el Salado, que a diferencia de su par del CGBA sobre la cañada Chivilcoy, luce su gallarda estructura por ahora indemne.


Lindo, no?

                Este puente es muy llamativo y sólido. Está constituido por cinco secciones, siendo la central con mayor luz, coincidiendo con el cauce principal. La sección central se destaca por ser una estructura reticulada de gran porte y las laterales son vigas bajas con forma de medialuna. Todo está armado completamente con remaches en caliente.



 

Distintas perspectivas y detalles del hermoso y solitario puente

 
El grupo : Andrea, Néstor, Alejandra, Daniel,  Alfredo, Plooke y Pampa

                Si bien se lo ve sólido, solamente lo está porque su construcción es de una calidad proverbial, ya que mantenimiento no tiene en lo más mínimo: en algunos sectores, seguramente por desagües tapados se acumula el agua y el óxido se lo está carcomiendo lentamente: un día de estos será otros de los puentes caídos sobre el Salado que tendremos que lamentar.

                Por lo que nos contaron,  ALL, el concesionario, le cobra alquiler a los campesinos que usan las instalaciones que al final son del Estado, pero en otros lugares no se ocupa de cuidar y mantener esos mismos bienes con el mismo ahínco...


Lo recorrimos a pie...

                Lo recorrimos a pie completamente y nos quedó la espina de cruzarlo con las chatas para lo cual es indispensable averiguar si uno no se queda atrapado en algún campo como pasa del lado por el que entramos si no se encuentra a uno de los dueños. El desafío está bueno y está planteado: hay que averiguar que pasa del otro lado.

                Como se puede apreciar, el río Salado actual no tiene nada que ver con el aspecto que tenía hace unos meses, cuando los peces muertos por falta de agua tapizaban su cauce. Hoy está completamente desbordado y al decir de los pobladores, es una de las crecidas más grandes de los últimos veinte años. Loca la naturaleza.....



Mas que un río, el Salado es una gigantesca laguna

                Desde este puente teníamos una perspectiva mejor del puente retorcido del CGBA que queríamos conocer: el río Salado y la cañada Chivilcoy están totalmente fuera de cauce  y la única forma de acceder es por el terraplén del CGBA que, como si fuese una península, se interna en la gigantesca inundación por casi un kilómetro; el problema es que parece tapizado de cañaverales.....


Zoom al CGBA desde el puente del FCO

                Dejamos este primer puente y tratamos de acercarnos costeando el “lago” pero los alambrados no nos permitieron hacerlo a menos de un kilómetros con agua de por medio. Por acá, no.

                Volvimos sobre nuestros pasos al cruce del FCO y el CGBA a verificar si había alguna tranquerita escondida pero tampoco aquí fue posible pasar excepto caminar 1500 metros; si no había otra opción…

                Entonces, alguien recuerda haber visto una tranquera sobre el camino vecinal antes de cruzar la traza del CGBA y fuimos a ver. Estaba sin candado así que nos mandamos y llegamos de nuevo al cruce de los ferrocarriles pero del lado de adentro. A ambos lados del terraplén del CGBA se podía avanzar y elegimos hacerlo por el lado sur hasta donde la inundación nos dejó y finalmente quedamos a escasos 600 metros del misterioso puente retorcido. Vamos  todavía !!

                Al treparnos al lomo del terraplén tomamos conciencia que no era tan cerca: unos 100 metros libres y después un profuso y cerrado cañaveral que cubría todo por 500 metros de largo !!!!!. Resonó en nuestras mentes:

                - Si los ciclistas pasaron, nosotros también...

 y nos metimos a luchar contra el cañaveral. Fue una dolorosa experiencia ya que terminamos todos lastimados por el roce contra las cañas, ya que sólo había un intricado pasillo casi nulo que permitía avanzar a duras penas, medio a oscuras, pese a que afuera había un sol radiante. Alguno terminó medio ahogado por las nubes mosquitos y jejenes que había en el interior. No sé cómo pasaron los ciclistas la última vez. (fotos de ellos clic aquí)


Así se veía el cañaveral y eso que salió con flash


Así se avanzaba dentro del cañaveral en vivo


Después de los 500 metros de cañaveral, emerge el misterioso puente de la cañada Chivilcoy

                Pero el premio valió la pena: de golpe aumentó la luz y ante nuestros ojos apareció una especie de montaña rusa que empezaba en el cañaveral, cruzaba la cañada y se volvía meter en el cañaveral de enfrente. Un pilar casi volcado, una sección de las cuatro que forman el puente literalmente en el aire colgada de los rieles y todo lo demás se acomoda retorciéndose y plegándose para lograr un no muy estable equilibrio, al menos a simple vista.

                No se imaginan la alegría de haber llegado a ese lugar tantas veces imaginado en Internet ! Al fin pisamos uno de los misteriosos puentes retorcidos…

                Lo cruzamos a pie, para lo cual no hay dudas que es seguro, apreciando de cerca la enorme fuerza del agua para ponerlo en esa condición. Lo veo peligroso para cruzarlo con una moto y mucho menos con una chata; por suerte está el cañaveral que impide que hagamos locuras….





Las imágenes son elocuentes de lo que consigue la fuerza del agua frente al abandono del hombre

 
Y al final visité mi misterioso puente

                Mas adelante hay otro puente similar sobre el río Salado, pero de nuevo hay que atravesar ahora 1.5 km de cañaveral y no teníamos ni ganas ni tiempo, ya que además habría que recorrerlos de regreso….

                El terraplén es lo único que emerge dentro la gran laguna que ahora forman la cañada Chivilcoy y el río Salado, lo que muestra lo bien estudiado de los niveles cuando construyeron los ferrocarriles.  Enorme contraste cuando un año atrás mis amigos motoqueros anduvieron en seco debajo de los terraplenes…. Su viaje, con fotos y relato, click aquí

                Si bien los vanos de los puentes lucen “flacos” para la gran masa de agua posiblemente sus daños tengan que ver con falta de mantenimiento y no con su diseño original, de hecho estuvieron casi cien años indemnes, ya que en inundaciones anteriores allá por año 1993 el ramal Patricios - Villars prestó servicios de emergencia por aproximadamente un mes y los trenes pasaron….


Desde este puente, ahora veíamos el del FCO que habíamos pisado un rato antes


Con el atardecer dejamos al puente seguir con su lenta agonía

                Desandamos el cañaveral,  contentos de haber logrado los objetivos. Ya se empezaba a hacer de noche con un hermoso atardecer y había que volverse a Buenos Aires.


Vistas desde el terraplén del CGBA


Ultimas imágenes de la tarde de domingo en los puentes de Achupallas

                Todavía faltaba algo más. Al llegar a la tranquera de acceso, resulta que la encontramos de nuevo con el candado: Nos quedamos encerrados !!!     - Y ahora, que hacemos ?


La tranquera cerrada, ahora del lado de adentro....

                Mientras evaluábamos ir a buscar a Don Isatti o desarmar la bisagra, vemos a lo lejos unas luces que se acercan. Era nuestro Ángel Guardián con la Berlingo azul que al vernos pasar salió a abrirnos la tranquera.

                Le agradecimos la gentileza y nos explicó que debieron optar por manejarse así debido a algunos desaprensivos pescadores que dejaban tranqueras abiertas, fuegos encendidos y mugre por todos lados. Nada nuevo lamentablemente.

                Nos dio sus datos por si alguna vez quisiéramos volver.

                La ruta 5 nos devolvió ya de noche cada uno a su casa. Otra travesía mínima con amigos se había terminado de la mejor manera, con ganas de armar otra…


La despedida


Plooke: no te llevamos más con esas medias...

 

Pampa

Marzo 2010

 

 

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